EL LINCE CON BOTAS: EL ANIMAL INVISIBLE
En el año 2000 empieza a materializarse por primera vez en Extremadura la
(preexistente) ley de creación de la radio y la televisión autonómica, y a
Libre Producciones, como empresa pionera y de trayectoria contrastable del
sector audiovisual en dicha comunidad autónoma, se le pide una idea de
contenidos. Presenta ésta entonces la propuesta de “EL LINCE CON BOTAS”, formato
que cuajó en el de una serie documental con episodios de en torno a media hora
de duración protagonizados por un animal invisible: invisible en la realidad de
un medio ambiente humanizado donde, por la competencia de la explotación
cinegética y otros usos humanos, no puede vivir su especie (lynx pardina) ni siquiera donde aún
quedan bosques espesos y montes fragorosos (como el mons fragorum del actual Parque Natural Nacional de Monfragüe, ni
éste a salvo de tiros); felino, pues, virtualmente extinto; invisible también
en la ficción de cada uno de esos capítulos en que, como animal imaginario,
habla por la voz de los locutores, conversa con los entrevistados, investiga
sin saña ni rencor las extrañas actividades de los que ahora habitan y
transforman paisajes que antaño patearon sus parientes silvestres. Quería ser este lince con botas comedor
de palabras, investigador de oficios, de experiencias y de saberes. Y de la
serie iban a ser protagonistas, a fin de cuentas, unos seres humanos “capaces
de casi todo, hasta de pararse a charlar con un animal invisible”.
Esa idea sería el punto de partida para el conjunto técnico y humano
constituido por unha empresa privada con una dilatada experiencia previa de
producción audiovisual en Extremadura, que pronto empezó a llevarla a cabo.
Empezamos a trabajar en la producción, grabación, edición y realización, documentación
y en los guiones de esa serie de reportajes documentales de temática variada,
que llevaba en su título la orientación conservacionista, documentalista y
viajera, y la referencia al mundo de los cuentos, que, como todo el mundo sabe,
atan usualmente ficción con realidad.
Llegarían a sumar, uno a uno, en sendos períodos de trabajo loco, un
total de doscientos noventa y uno capítulos realizados y emitidos (casi todos,
no todos) en dos veces o “temporadas”. La primera, con ciento cuarenta y siete
episodios elaborados a razón de tres a cinco por semana, entre os anos 2001 e
2002. La segunda, de ciento cuarenta y cuatro en similares condiciones,
iniciada tres años más tarde. La pequeña historia de esas dos temporadas de “EL
lince con botas” está ligada a la de la TV autonómica extremeña, algo más
dilatada.
Y es que hubo, en Extremadura, un primer intento o experimento de TV
pública llamado “Canal Sur Extremadura”, que empezó a emitir en el año 2001. En
su parrilla de programación, y como uno de los programas más resaltados, figuró
desde el principio la primera temporada de la serie, de la cual se emitían
varios capítulos cada semana. Se nos había hablado, a la gente de la empresa,
en aquel primer acuerdo de dos años de “Lince” garantizados, y vistos los
resultados favorables de las estadísticas de audiencia del programa, la
aparente buena acogida pública, y otros indicios que nos parecían fiables, como
las buenas críticas en artículos de prensa, los correos, comentarios
telefónicos y cartas encomiásticas que recibíamos en la empresa con el tema de
la serie, nada nos hacía suponer que fuera a ser verdad esta previsión para dos
años.
Especialmente, confiábamos en la propia valía e interés de lo que
conseguían trasmitir los entrevistados, y de lo que conseguían hacer los
colaboradores del Lince con Botas: buscadores e localizadores in situ, abiertos unos y otros a
compartir generosamente lo que eran o lo que sabían con quien fuera a
preguntárselo con buenos modales y con algún conocimiento de causa e interés
definido previos.
Sin embargo, muchos meses y capítulos antes de que acabasen esos dos años
previstos, aquel “Canal Sur Extremadura”, tras sólo nueve meses de vida, por
motivos políticos y sin avisos previos, dejó de súbito de existir. Imagínense
el palo que llevamos.
Hubo luego, y hay todavía, el actual “Canal Extremadura TV”, que empezó a
emitir en Navidades del 2005, también desde el principio con el “Lince” en su
parrilla, tras el curioso “apagón autonómico” de tres años. Con el nuevo ente,
en régimen de coproducción, se afrontó entonces la segunda temporada de la
serie, con el equipo de producción original parcialmente reconstruido tras tres
años de detención, y grandes muestras de interés inicial hacia la continuidad
de la serie y el trabajo de la
empresa por parte del medio público.
En un caso, pudimos achacar a la pura mala suerte la pequeña catástrofe
que, para la economía de la empresa productora, así como para las expectativas
de los trabajadores, que habíamos desarrollado entre nosotros una buena
relación profesional y de amistad, supuso la primera imprevista finalización de
la serie.
En el segundo, nos fue aún más difícil asumirlo. El medio emisor “Canal
Extremadura TV” descartó desde 2006 tanto comprar como contratar ni un segundo
más de nuestro catálogo de producciones y proyectos, así como renovar la
producción de una serie que, sin razonar sus motivos, dejó poco después de
emitir, prefiriendo desde entonces contenidos de caracter y producción muy
diferentes.
Y sin embargo, “El lince con botas” respondía notablemente a lo que la
ley de creación de la RTV pública autonómica dictaba (y dicta, pues nadie la ha
cambiado todavía) para este medio de comunicación en concreto: “contenidos culturales de calidad, no
alienantes, degradantes ni escapistas”, que reflejasen “la pluralidad social de la comunidad” y
que mostraran a los destinatarios (y pagadores) de este servicio público (es
decir, a la ciudadanía extremeña a través de su administración autonómica) el
paisaje natural y humano de la comunidad autónoma, su cultura. “El lince con
botas” ofrecía, lógicamente, contenidos ajustados al llamado “criterio de
proximidad” (por ley, las televisiones autonómicas tienen también éste entre
sus requisitos de programación) y se ajustaba igualmente al criterio de ser
producido por una empresa “autóctona” (de modo que la economía indirecta
generada por el sector audiovisual revirtiese en la riqueza conjunta, en vez de
convertir al medio en una especie de “fuga de capitales autonómicos”). El
desarrollo del sector industrial audiovisual autonómico era (y es), por estos u
otros motivos, uno de los principales objetivos que la Ley de creación del ente
de radio y televisión extremeño trataba (y trata) en sus primeros párrafos.
Por contrato habían quedado especificadas entre el medio público y la
empresa co-productora privada (privada e independiente, en este caso): uno
sería libre y responsable a la hora de la emisión, otra lo sería a la hora de
la pre y post producción de la serie en todos los aspectos de la autoría
creativa y de la realización de “El lince con botas”, desde la idea original y
el trabajo de cámara y sonido a la mesa de edición, pasando por la producción,
la elección de los contenidos, la selección de los entrevistados y de los
temas, etc. Las dos partes contratantes poseerían sendos “másters” de cada
programa de la serie en formato broadcast
televisivo profesional, y ambas compartirían cualquier beneficio económico
futurible devendado de la serie al cincuenta por ciento.
En cuanto a nuestro enfoque, el mismo para las dos temporadas, me parecía
correcto: emplear el medio público para que la gente hablase de algo que sabía
y quería narrar, y que se viese y escuchase en la televisión del mejor modo
posible. Conseguir que muchos cientos de personas pudieran trasmitir cosas que
saben o hacen, “cosas”, quizás, que son. También experiencias vitales
singulares y diversas. Y, entre ellas, además de los saberes académicos o
científicos, nos decantamos en gran medida por la memoria vital, sobre modos de
vida y de producción presentes y pasados, de personas de mediana edad y de
personas añosas del medio rural, aunque también hubo capítulos sobre medios y
en ambientes muy urbanos.
Estábamos, como se dijo a veces en las llamadas telefónicas a potenciales
entrevistados y localizadores desde los teléfonos de la empresa, “embarcados en
un proyecto apasionante”.
* * *
¿De qué trataba la serie? No catalogué entonces la primera temporada,
aunque sabía que podría hacerlo (y recientemente lo hice a la hora de ordenar el
“catálogo” que puede ya consultarse en la página web de la empresa productora -www.libreproducciones.com -) siguiendo más o menos los mismos
epígrafes temáticos que apliqué al intentar ordenar temáticamente la segunda.
Se trataba, por ejemplo, de mostrar a la audiencia “pueblos y enclaves concretos de patrimonio cultural o
artístico-histórico extremeño”. En la segunda temporada, contabilicé
durante su producción un total de diecinueve episodios subsumidos en ese
epígrafe. Se visitan, durante treinta minutos, diversos puntos de la geografía
de las dos vastas provincias, normalmente contando con la participación de
varios entrevistados en cada uno de ellos.
A por lo que resta...En cuanto esté integro, lo endiño en la web...Bs
ResponderEliminarGracias, Pepe. Pero el artículo es largo, y traducir, pesado. Es verdad que falta mucha historia por el medio, de ese año inicial a este último, en que el lince con botas, a partir de septiembre, volverá a correr por las pantallas de una tv, los domingos a las nueve en el canal autonómico. Un besazo y gracias por tu interés.
ResponderEliminarEn septiembre vuelve el lince??!! Me alegro.
ResponderEliminarY ya metiéndome donde no me llaman, ¿por qué no lo cuelgas directamente en gallego?
Con retraso: sí, en septiembre volvimos.
EliminarNo lo colgué directamente en gallego porque no lo tenía a mano, pero quería introducir este contenido en el blog.
Gracias por el interés. Tengo pocos comentarios y agradezco encontrar uno nuevo, aunque con lo torpona que soy tarde 6 meses en verlos... Sorry y thanks again